Hace unos seis meses, Selina Burzler fue a cenar a casa de una amiga. Lo siguiente que supo fue que se había despertado, con los ojos desorbitados, en su propio apartamento. "Estaba en casa, y la moto con la que fui a cenar estaba allí, pero no recordaba nada del viaje", cuenta Burzler a PS. "Perdí todas mis tarjetas de crédito y mi DNI. Ese fue el día en que decidí que ya no podía seguir así".
Esa semana, confesó a su terapeuta el verdadero alcance de su consumo de sustancias. "Le dije: 'Quiero llevar una vida sobria'", cuenta Burzler. Diez meses antes le habían diagnosticado un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), lo que ayudó a Burzler a replantearse sus impulsos de consumir sustancias y alcohol como parte de "una búsqueda constante de dopamina". (La dopamina, una sustancia química producida en el cerebro, puede funcionar como un "centro de recompensa", y las investigaciones demuestran que las personas con TDAH tienden a tener niveles más bajos de dopamina en general).
Burzler y su terapeuta empezaron a buscar rutinas y actividades constructivas para reducir los antojos que seguía sintiendo y, al mismo tiempo, permitirle recibir un saludable subidón de dopamina.
Una de las primeras cosas que Burzler intentó fue correr. "Pensé: 'Necesito un objetivo. Necesito dopamina de algún sitio. Siempre he querido correr la media maratón, ¿por qué no ahora?", recuerda que pensó el corredor, que ahora tiene 30 años. Rápidamente, correr se convirtió en una práctica meditativa para Burzler. "Ahora, cada vez que tengo antojos, me pongo las zapatillas y corro", dice.
Al igual que Burzler, muchas personas con trastornos por consumo de sustancias encuentran consuelo en el ejercicio físico mientras se mantienen sobrias, dice Scott Strode, que está en recuperación a largo plazo del consumo de sustancias y que inició una comunidad nacional de sobriedad activa llamada The Phoenix, que es gratuita para cualquier persona que haya estado sobria durante 48 horas.
Strode afirma que el ejercicio físico puede ayudar a las personas que están en proceso de sobriedad y en tratamiento activo por varias razones: el movimiento tiene beneficios "transformadores" para la salud mental y física, pero también une a las personas en una comunidad que las acepta y no las juzga.
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